viernes, 29 de abril de 2011

Pruebas en seres humanos por los Nazis



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Las tropas nazis siempre se caracterizaron por la obediencia ciega hacia sus superiores. Sólo se conoce un caso de desobediencia en las filas de las SS. Ocurrió en el Cáucaso cuando las tropas se negaron a avanzar por el fuerte rumor de que iban a introducirse en una zona asolada por la peste.
Este incidente originó el ensayo de numerosas vacunas y la intensificación, por su eficacia, de la guerra bacteriológica. Como era de esperarse, se utilizaban seres humanos para comprobar las vacunas.
El ejército alemán tenía su disposición un gran equipo de médicos y científicos dedicado a realizar experimentos atroces con seres vivos. Aquí va una lista de algunos experimentos "especializados" que realizaban con los prisioneros.




Resistencia a la altura




El propósito de este experimento era poner a prueba los límites de la resistencia humana a grandes alturas y sin oxígeno. Fue diseñado para reproducir las condiciones por las que podría pasar un piloto alemán en caso de ser derribado en combate. Se supone que un piloto caería grandes distancias sin paracaídas y sin una fuente de oxígeno.
En el experimento se ponía a la víctima en un cuarto presurizado cerrado herméticamente y le aplicaban la presión correspondiente a 68.000 metros de altura, con el fin de simular el descenso del aviador. Muchos prisioneros perdieron la vida en este peligroso experimento.





Punto de congelamiento





Como las tropas alemanas estaban perdiendo muchos soldados en el frente oriental a causa del invierno ruso, este experimento intentaba entender el proceso de congelamiento en el cuerpo humano y como podrían volver a reanimar a sus soldados. Para este propósito utilizaban grandes tinas de agua fría con hielo, intentando acercarse a los 0º C donde metían a los prisioneros con ropa, desnudos, dejándolos empapados por largo y corto tiempo (según el experimento). Luego trataban de reanimarlos con mantas, lámparas, fogatas y hasta obligándolos a tener relaciones sexuales en ese estado.





Agua de mar





Este experimento se llevó cabo en Daschau, que era el sitio donde se hacían la mayoría de experimentos militares. Básicamente se trataba de probar distintas formas para la desalinización del agua de mar. Aquí los prisioneros debían consumir el agua para valorar que tiempo puede vivir una persona abasteciéndose de ella. También debían consumir distintos tipos de agua "desalinizada" por los nazis. Quienes participaban de esta prueba no recibieron alimentación durante el tiempo que duró la misma. Muchos de ellos sufrieron de espantosas convulsiones, alucinaciones, locura temporal y claro, la muerte. El investigador principal fue Dr. Wilhelm Beiglboeck.





Traumatología




Los injertos óseos y nerviosos fueron los experimentos más brutales e inhumanos en la Segunda Guerra Mundial. Con ellos se pretendía estudiar la regeneración ósea, de nervios y músculos, para lo cual se sacaba los huesos de piernas, brazos y caderas de prisioneros, con poca o ninguna anestesia. Se sacaban músculos y tendones en los pacientes sanos para ver si se podían regenerar o implantar en otras personas. Obviamente casi en todos los casos murieron. La mayor parte de estos experimentos tuvieron lugar en Ravensbrück y se llevaron a cabo por la doctora Herta Oberhauser.




Gemelos




El Dr. Joseph Mengele fue otro desquiciado médico nazi que se dedicó a experimentar sus teorías con los prisioneros del campo de concentración de Auschwitz. De hecho era él quién decidía que presos iban a ser asesinados y cuales harían trabajos forzados, por eso lo llamaban "El Ángel de la Muerte". Era conocido por su obsesión científica hacia los gemelos.
Su fijación con ellos llegó a ser tan enfermiza que llegó utilizar a 1500 pares de gemelos para sus estudios y experimentos, de los cuales sólo quedaron vivos unos 200 individuos.




Los experimentos llevados a cabo con gemelos fueron atroces y cuesta creer que un médico haya sido capaz de llevarlas a cabo. Por ejemplo él creía que podía cambiar el color de los ojos de los niños mediante la inyección de sustancias químicas, para lo cual inoculaba la sustancia en uno de los dos hermanos para luego ir comparando el resultado. También experimentó haciendo transfusiones de sangre de un gemelo otro, mientras el segundo se desangraba. Les cambiaba quirúrgicamente de genitales cuando eran del mismo sexo e intentó cambios sexo con gemelos idénticos, la mayoría de ellos obviamente murieron en el quirófano.



Les inyectaba gérmenes letales y estudiaba comparativamente como evolucionaban las etapas de la enfermedad entre uno y otro hermano. También hizo inhumanas pruebas para comprobar el tiempo soportaban bajo duras condiciones de encierro y separación.




Medicos juzgados en Nuhremberg






De todas formas esta excusa no era suficiente para justificar aquellos experimentos horribles e inhumanos por lo que a raíz de este juicio se decidió crear el Código de Núremberg que entre sus cláusulas especifica que para futuras investigaciones médicas deberá contarse obligatoriamente con el consentimiento del paciente y se debe evitar el sufrimiento físico y mental.
De estos médicos, 8 fueron absueltos, 7 fueron condenados a muerte, 5 a cadena perpetua y a 4 de ellos les dieron de 10 a 20 años de cárcel.
Lastimosamente el Dr. Joseph Mengele huyó hacia Sudamérica y no pudo ser juzgado en Núremberg. Falleció en Brasil en 1979.





Fuentes



http://es.wikipedia.org/wiki/Josef_Mengele

http://www.weirdworm.com/10-craziest-dr-mengele-ideas/

http://www.sentadofrentealmundo.com/2010/01/experimentos-nazis-en-seres-humanos.html

consejos para hacer hoy lo que iba a dejar para mañana

Cinco consejos para hacer hoy lo que iba a dejar para mañana
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Tiene que entregar un trabajo el próximo miércoles; necesita lavar el equipo de fútbol de su hijo porque va a jugar mañana; no se ha hecho una limpieza dental en ocho meses, y una canilla de su cocina ha estado goteando desde el martes pasado. Y entonces, ¿qué está haciendo? ¡Actualizando su perfil en Facebook, claro!

Según el doctor Piers Steel, investigador canadiense, el 95 por ciento de las personas deja para mañana lo que podría hacer hoy, y este hábito afecta a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo.
He aquí algunos consejos para terminar con la costumbre de postergar las cosas:

Defina la tarea con claridad
“En parte, la dilación o tardanza para hacer las cosas se debe a que existe una brecha entre el esfuerzo (que necesita hacer en este momento) y la recompensa (que obtendrá en el futuro, si acaso la recibe)”, escribe James Surowiecki en la revista The New Yorker. “Cuanto más vaga sea su tarea, o más abstracto el pensamiento que hace falta para realizarla, tanto menor la probabilidad de que la termine”. Así que definirla claramente es el primer paso.

Concéntrese
Leo Babauta, autor del libro Focus (“Concentración”) y del blog Zen Habits, sugiere escribir la palabra concéntrese en una tarjeta y ponerla sobre el escritorio; es sencillo y eficaz, asegura. ¿Tiene muchas tareas pendientes y no sabe por cuál empezar? Babauta recomienda elegir las tres o cinco más importantes, hacer primero la que más le agrade y concentrarse en hacer una a la vez hasta acabarlas todas.

Sólo empiece
Ajuste un cronómetro para que se detenga a los 25 minutos de que lo empiece a hacer, y comience la tarea, sugiere Ryan Waggoner en el sitio lifehacker.com. Puede hacer casi cualquier cosa durante 25 minutos, ¿o no? Pruébelo.

Propóngase mejorar lo que hace
“Cualquier mejora, por pequeña que sea, es un paso en la dirección correcta”, asegura Waggoner.

Vaya al extremo, si es necesario
Victor Hugo le pedía a su sirviente que escondiera su ropa para que no pudiera salir de casa y se pusiera a escribir, nos recuerda Surowiecki. Se dice que Demóstenes se rapaba la mitad de la cabeza y se negaba a aparecer en público hasta que le volvía a crecer el pelo, lo cual le daba más tiempo para perfeccionar sus “habilidades retóricas”, escribe Daniel Akst en su libro We Have Met the Enemy: Self-Control in an Age of Excess (“Hemos conocido al enemigo: el autocontrol en una época de excesos”). Un sociólogo de Arizona subió una foto vergonzosa de sí mismo a Facebook y no la sacó de allí hasta que terminó una tarea pesada. Incluso reconoció ante Akst su máxima fantasía laboral: “Estar atado a una cadena de montaje y ser supervisado”. /Selecciones.com